Casi todos debemos afrontar la ansiedad a diario en nuestra vida. Antes de una entrevista de trabajo, los profesores antes de dar una conferencia, los alumnos antes de un examen, los cantantes antes de salir al escenario, las amatxus sienten aprensión antes de dar una fiesta en casa…
Es una ansiedad preparatoria, el temor de ser un fracaso, de quedar desprestigiados.
Esta ansiedad, en cantidades moderadas, es muy sana, nos ayuda a cargarnos de energía para dar lo mejor de nosotros.
Cuando la ansiedad es excesiva y traspasa los límites de la adaptación psicosocial hablamos de ansiedad patológica. La persona va al médico con frecuencia porque tiene la impresión de que aquello que le ocurre es un un problema cardíaco (si siente la angustia en el corazón), respiratorio, digestivo, “tengo un nudo en la garganta o una bola en el estómago”.
Llamamos crisis o ataque de pánico, (o crisis de angustia) a la aparición repentina de un miedo intenso. Cuando sucede un ataque de ansiedad la persona que lo padece siente cuatro amenazas: morir de un infarto, morir asfixiado, volverse loco, y tener una diarrea que no puede controlar . Lo que en verdad ocurre es que su corazón, pulmones, estómago están reaccionando al trastorno ansiedad subyacente. El problema está en el sistema nervioso, no en estos órganos. Es importante hacer un chequeo médico para descartar un problema físico.
La crisis se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión en unos 10 minutos. Va acompañada, a menudo, de una sensación de peligro o de muerte inminente y de una urgente necesidad de escapar.
La mente de quien sufre una crisis de ansiedad está viviendo una amenaza semejante a la de estar delante de un León, o estar rodeado de fuego. Es la respuesta de nuestra mente ante un acontecimiento en el que tenemos que enfrentarnos a una situación en que peligra nuestra vida. Pero en realidad, no hay ningún un peligro real.
La persona que tiene un ataque de pánico se enfrenta a un tsunami emocional tan poderoso que la razón no puede hacer nada, queda doblegada.
La persona afectada comienza a evitar situaciones donde le han solido dar los ataques, en medios de transporte, al alejarse de su casa, o en lugares de mucha gente, como por ejemplo supermercados. Un ataque de pánico a menudo se sigue de un miedo a tener otro ataque de pánico.
Este trastorno es muy frecuente, afecta a una de cada treinta personas, fundamentalmente mujeres.
Es habitual que escuchemos: “sé que lo que me pasa es absurdo, sé que en la calle… no hay nada que pueda realmente hacerme daño, todo eso lo sé, pero cuando lo intento algo dentro de mí se rompe, y no puedo soportarlo”.
Un ejemplo: el de un estudiante que al comenzar sus estudios universitarios en otra ciudad comienza a tener ataques de pánico.
Este estudiante desea esta nueva forma de vida, más adulta y separada de sus padres, pero este deseo choca con la grabación emocional que tiene interiorizada desde pequeño: “no puedes hacerlo si no estamos cerca de ti”, por lo que su cerebro emocional detecta una situación interpretada como peligrosa para su equilibrio y asocia autonomía y alejamiento de padres con peligro vital, tal como posiblemente, (y en ese momento fuera adaptativo,) ocurría cuando tenia 3 ó 4 años de edad, entrando en pánico.
El tratamiento irá encaminado a hacer consciente las grabaciones emocionales y cognitivas patológicas que hay detrás de esta crisis o ataque y a grabar nuevos permisos con nuevos referentes. Así “no puedes sin mi” pasa a convertirse en “puedes hacerlo siempre que tú quieras”, por ejemplo.
Dónde se insertan los conflictos en nuestro cerebro, dónde están situadas las memorias que mantienen un conflicto en el tiempo.
Muchos de los miedos que tenemos de pequeños son lógicos y evolutivos (miedo de ir solo en autobús, pasear por la calle, o perdernos en unos grandes almacenes…) pero dejaron una huella de incapacidad, que si no hemos superado hará que evitemos más y más situaciones y escapemos de ellas.
Para el cerebro emocional, sede del conflicto, emociones, no crecemos. Cualquier crisis se queda ahí, sigue ocurriendo y esto no puede ser. Tu memoria, tu cerebro tiene que escuchar que ya no le pasa lo que le pasó, no puede ser que tu respuesta como adulto sea igual a la que tendría un niño de 5 años.
Cómo resolver los ataques de pánico
¿Sabías que los ataques de ansiedad son incompatibles con la locura? Lo que interpretas como volverte loco, simplemente es la expresión de partes de tu cerebro de las que no tienes control voluntario. Es necesario saber llegar muy dentro de uno mismo y poder gobernar esas instancias que intervienen en estos ataques (Psicoterapia de Tiempo Limitado).
Para salir del ataque de pánico primero hay que entrar en él, entender su mensaje, conocerlo. No intentaremos convencer a la mente emotiva desde nuestro diálogo inteligente, (sé que lo que me pasa es absurdo, sé que en la calle no hay ningún peligro, que no pasa nada…) vamos a comprenderla, vamos a poner a su servicio la mente intelectual.
Sólo conseguimos poder salir a la calle, cruzar un túnel, estar en un supermercado, en el cine o en cualquier otro lugar para ti fóbico, cuando somos capaces de conseguir que nuestra mente emotiva también se sienta segura.
Podemos considerar la psicología como una rama de la amistad. Partiendo de una buena relación, vínculo terapéutico entre psicólogo y paciente creamos un clima adecuado de seguridad, relajación y confianza.
Así podemos ir viajando por nuestra mente a los momentos de nuestro pasado que están asociados con sentirnos en peligro. Una vez que hemos encontrado los acontecimientos donde se ha ido gestando esta sensación de amenaza, podremos revivirlos en nuestra mente, y con la capacidad que nos da la madurez actual, podremos cambiar cosas que hicimos y que ayudaron a grabar esta sensación de amenaza, o cambiaremos aquello que no hicimos, realizando lo que tendríamos que haber hecho entonces.
El mensaje es decirle a nuestro cerebro que si aquello que ocurrió, pasara hoy, haríamos o dejaríamos de hacer todo lo necesario para que así esas situaciones sean procesadas como que están bajo nuestro control y, por lo tanto, cambiar la amenaza por seguridad.
Así, con este trabajo, conseguimos que la mente emocional esté al servicio de la mente intelectual, que el sentido común, la razón vuelva a coger el control de la situación.
El cuento del elefante encadenado que no se desataba de su cadena anclada a una simple estaca de hierro nos ilustra esto mismo.
El motivo por el que no lo hace es bien sencillo. De pequeño fue también atado a esa misma estaca y cadena, de tal forma que siempre que intentó escapar no pudo, para su fuerza esa estaca era excesivamente fuerte. Pero ahora de adulto, sí que podría, su fuerza ha crecido y la estaca ya no sería ningún obstáculo. Pero el elefante desde hace tiempo ya no intenta escaparse ya que de pequeño aprendió a sentirse incapaz de desatarse, y ahora no se desata simplemente porque no lo intenta.
La aromaterapia es una gran ayuda en los ataques de ansiedad, de pánico por el efecto de las esencias en el sistema nervioso, de gran poder psíquico.
Esencia de lavanda, de incienso ayudan a que la respiración sea más profunda, pausada y nos induce calma.
Bergamota, naranja, azahar nos ayudan a levantar el ánimo con sus propiedades antidepresivas y tener esa “happy smile”.